domingo, julio 13, 2025

Los Biosistemas que promueven la regeneración socioambiental

Una red de proyectos comunitarios transforma comunidades rurales del norte argentino y asentamientos urbanos en Buenos Aires. Tecnología sustentable, saberes locales y trabajo colectivo en clave circular.

Por Fátima Cheade

En un rincón olvidado de Santiago del Estero, una niña llena su botella con agua limpia por primera vez. A cientos de kilómetros, en una villa del sur porteño, un grupo de mujeres jóvenes cosecha sus primeras verduras en una huerta comunitaria. Ambas escenas tienen algo en común: nacen de los biosistemas impulsados por la Fundación Club de Roma Argentina, un proyecto que combina innovación tecnológica, saberes ancestrales y una visión integral del desarrollo sustentable.

Desde 2008, un equipo interdisciplinario coordinado por la Fundación Club de Roma Argentina, capítulo nacional del Club de Roma Internacional, está presente en pueblos rurales del norte argentino y, más recientemente, asentamientos urbanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sus habitantes, unas 3.500 personas, son los destinatarios y protagonistas de estos proyectos que buscan la regeneración socio-económica y ambiental a través de soluciones integrales de base ecológica.

Estos proyectos son parte de la agenda que lleva adelante Club de Roma en torno al cambio climático, la soberanía alimentaria, el acceso al agua y la regeneración ecosistémica. Para lograr sus objetivos trabajan codo a codo con esas comunidades y lo hacen desde un enfoque poco común: construyendo soluciones sistémicas y participativas, que ponen en el centro la colaboración, la educación y la resiliencia.

Cada uno de estos lugares tiene su biosistema, que se construye en forma mancomunada: la comunidad local aporta sus saberes y la fundación ayuda a generar nuevas capacidades frente a los desafíos actuales.

¿Qué es un biosistema?

No es solo una tecnología. Es una red viva que integra captación de agua de lluvia, energía solar, biodigestores, huertas, composteras y microemprendimientos productivos, como viveros de nativas, apicultura o elaboración de conservas. Todo, pensado de manera circular: lo que una parte del sistema desecha, otra lo aprovecha. Nada se pierde.

Hasta ahora, trece biosistemas (diez rurales y tres urbanos) transformaron la vida de más de 3.500 personas en comunidades como Varas Cuchuna, Anga o Rivadavia Banda Sur, y también en villas de Buenos Aires como la 15, la 20 y la 21-24.

Las comunidades rurales se encuentran principalmente en las provincias de Santiago del Estero y Salta, e incluyen Varas Cuchuna, Chira, Campo de Cejas, Bordo Pampa, Carreta Paso, Vaca Human, Anga, Atamisqui (todas en Santiago del Estero) y Rivadavia Banda Sur (en Salta), precisa Gonzalo del Castillo, Director Ejecutivo de Club Roma Argentina, en diálogo con Intersección. Y agrega que los tres biosistemas urbanos funcionan en las villas 15, 20 y 21-24.

“Cada comunidad pone sus saberes, y nosotros ayudamos a fortalecer capacidades. La clave es el trabajo conjunto”, explica Gonzalo del Castillo, director ejecutivo de la fundación.

Reconocimientos que inspiran

En 2023, este enfoque recibió dos premios nacionales: el Premio SAS y el Premio a la Inclusión Social de BBVA y RACI. Pero más allá de los galardones, lo que destaca es el impacto tangible: cisternas instaladas, huertas activas, capacitaciones permanentes y nuevos proyectos en marcha, como la producción de conservas dulces y saladas en Santiago del Estero o el vivero de nativas y los apiarios en Salta.

“Fue un año de mucho crecimiento, fortalecimos la articulación con escuelas rurales y se consolidaron redes comunitarias”, agrega Sofía Speciali, coordinadora de proyectos.

Lo que viene creciendo

En 2024, la Red de Biosistemas siguió ampliando su alcance. En comunidades como La Unión o Atamisqui, se restauraron viveros, se construyeron cisternas y se formó a jóvenes en el uso de tecnologías sustentables. En el caso del vivero de Atamisqui, incluso se articuló con la municipalidad para reforestar espacios urbanos con árboles nativos, en talleres que involucraron a estudiantes y vecinos.

Además, los microemprendimientos comunitarios son una herramienta clave: desde la producción de quesos de cabra hasta el cultivo de cactus y suculentas por parte de adolescentes embarazadas, cada iniciativa representa una oportunidad de empoderamiento, autonomía económica y arraigo comunitario.

“Estas acciones ayudan a que los jóvenes no tengan que migrar para buscar un futuro. Pueden construirlo en su lugar de origen”, destacan desde la fundación.

En contextos urbanos, la propuesta se adapta. Allí el desafío es mayor: pasar de un modelo lineal, que desecha, a un modelo circular, que reinventa. Así, en tres comedores comunitarios se instalaron colectores solares, biodigestores, huertas hidropónicas y sistemas de reciclaje, además de incorporar talleres de sensibilización y formación para la comunidad.

Tejer redes, compartir saberes

Nada de esto sería posible sin alianzas. La fundación trabaja junto a ONGs locales, dedicadas a la agroecología, educación ambiental y desarrollo comunitario, lo que permite compartir saberes, recursos y experiencias. Por esa misma razón también articulan con gobiernos municipales y provinciales, y en algunos casos con instancias nacionales, facilitando capacitaciones y apoyo logístico.

Para estos proyectos, la Red de Biosistemas recibe apoyo de empresas como Ford Argentina, Carrefour Foundation, PwC Argentina, Global Giving y Benevity, que aportan insumos y financiamiento para actividades específicas.

Además, incorporaron voluntarios —estudiantes universitarios, técnicos y vecinos— que participan en capacitaciones, tareas productivas y difusión, fortaleciendo la vinculación intergeneracional.

En Santiago del Estero, por ejemplo, se ha articulado con el INTA y el INTI (apoyo por estudio de agua) y con la subsecretaría de economía familiar, además de hacerlo con Asociación Adobe y bomberos voluntarios de las comunidades.

Cómo nace cada proyecto 

El proyecto surge a partir de un trabajo conjunto que se realiza con comunidades rurales del noroeste argentino, para ayudarlos a fortalecer la soberanía alimentaria, hídrica, energética y económica, y aumentar la resiliencia frente a la crisis climática y ecosistémica.

Desde el 2008 se trabaja realizando obras de acceso a agua segura en comunidades y escuelas rurales del norte argentino, acompañadas de capacitaciones a los vecinos para brindar herramientas de operación, mantenimiento y reproducción de las tecnologías utilizadas.

Con este recorrido, en 2022 decidieron diseñar y desarrollar la propuesta de los biosistemas en las comunidades rurales con el objetivo de brindarles, desde una perspectiva sistémica, no solo el acceso al agua segura, sino también a otros recursos vitales para mejorar su calidad de vida, como energía limpia y alimentos agroecológicos, entre otros.

En cuanto a la recepción en las comunidades, Federika Logwinczuk, Coordinadora de Comunicación, cuenta que

“ha sido siempre muy positiva, porque se trata de una iniciativa participativa que responde a necesidades reales y promueve la cooperación y el trabajo  comunitario”.

Pero además, amplía: “Hay un seguimiento que incluye una comunicación semanal con las comunidades para identificar si surgen otras necesidades y, en ese caso, organizar colectas y donaciones”.

Incluso, cuenta que “cuando se realizan las obras se acercan de otras comunidades para consultar sobre los proyectos y así van surgiendo nuevas iniciativas”.

Capacitar para emprender

Desde la Fundación, acompañan a las comunidades a desarrollar microemprendimientos mediante capacitaciones y compra de insumos y tecnologías.

Actualmente se están implementando: Vivero de plantas nativas y apiarios sustentables en la comunidad de Rivadavia Banda Sur; Vivero de cactus, suculentas y florales en el Paraje la Unión, también ubicado en Rivadavia Banda Sur; Producción de conservas y dulces y saladas en Varas Cuchuna; Producción de quesos de cabra en Carreta Paso.

Estas iniciativas son altamente positivas para las comunidades porque “involucran a decenas de personas y generan múltiples impactos: además de mejorar la alimentación y soberanía alimentaria de la población, generan ingresos y abren perspectivas de empoderamiento y oportunidades laborales locales”, indican desde la Fundación y resaltan

“la importancia de generar alternativas de trabajo en un contexto de comunidades rurales del norte del país donde la dificultad de conseguir empleos provoca la migración de jóvenes en búsqueda de mejores oportunidades”.

Es un claro ejemplo de estas oportunidades es la producción de cactus, suculentas y florales, proyecto en el que trabaja un grupo de adolescentes embarazadas (alto porcentaje en la comunidad), que les permite contar con un empleo que no les exige sobrecargas en sus actividades cotidianas.

En el caso de los viveros, contar con árboles nativos para su plantación genera conciencia en la comunidad acerca de la importancia de la biodiversidad de la región y, a su vez, pequeños y medianos productores de la zona que crían animales se ven beneficiados de estas plantaciones ya que los animales cuentan con una mayor oferta de alimentos proveniente de los frutos de los árboles plantados, explican desde el equipo de Club Roma Argentina. Todos se benefician.

En el caso del vivero de nativas, se articuló con la municipalidad para la plantación de los árboles producidos por el vivero en el ámbito urbano. “Fue una gran oportunidad en la que los estudiantes realizaron talleres en la plaza del pueblo para mostrar el trabajo que se viene realizando y concientizar acerca de la importancia de contar con árboles nativos”, resaltó Elizabeth Fogwill, coordinadora de Semana del Árbol y Agua para el Desarrollo.

Círculos virtuosos

El proceso de intervención en las comunidades se inicia a partir de un diagnóstico conjunto y diálogo con las comunidades, aunque en algunos casos responde a demandas específicas. Según cuentan, la reacción inicial suele ser de curiosidad y expectativa, que luego evoluciona hacia un compromiso activo. Ése es el punto de partida, pero con el tiempo surgen otras necesidades vinculadas al desarrollo económico y social que se abordan de manera integral.

En el caso de los biosistemas urbanos, la situación difiere. En ellos lo que se busca es emular el funcionamiento circular de los ecosistemas naturales para el diseño, desarrollo y funcionamiento de centros urbanos. Éstos se caracterizan por un funcionamiento lineal y la generación de residuos que no se reintroducen al ciclo biológico.

Por el contrario, un Biosistema busca integrar subsistemas biológicos para que los residuos generados en uno de ellos sean utilizados por el siguiente. Es decir, convierte un residuo en un insumo para la generación de un nuevo producto con mayor valor agregado.

​El proyecto contempló la transición integral a la sustentabilidad de 3 comedores comunitarios abordando el tratamiento de los residuos desde una perspectiva innovadora, integral y ecosistémica. Enfatizando la importancia de un enfoque socio-ambiental, la incorporación de tecnologías se acompañó de actividades de sensibilización comunitaria y capacitaciones para (1) promover nuevos hábitos y la apropiación del nuevo capital tecnológico, cultural y simbólico; (2) crear nuevas capacidades y habilidades profesionales y; (3) generar, por medio de actividades abiertas, un puente de integración entre la ciudad formal e informal.

​Cada biosistema contempló la instalación de un colector solar; la incorporación de un biodigestor y una compostera; el desarrollo de una huerta comunitaria urbana en cajones; la producción de hongos comestibles a partir de residuos celulósicos; el equipamiento de una huerta hidropónica.

Además, se sumó la incorporación de un sistema de captación de agua de lluvia, el uso de un sistema solar fotovoltaico, la incorporación de un punto de acopio de reciclables y de aceites vegetales usados; el recambio de luminarias por tecnología LED y el uso de mobiliario sustentable, fortaleciendo así las capacidades comunitarias para la autonomía alimentaria, energética e hídrica -incluyendo la gestión y tratamiento in-situ de residuos orgánicos- desde una lógica circular.

Durante el desarrollo del proyecto se priorizó la participación activa de las mujeres, principalmente jóvenes madres y/o migrantes, mediante becas y la oferta de actividades para las infancias.

Más información

Fundación Club de Roma Capítulo Argentino

Conocé el Apiario sostenible 

Conocé el Vivero de plantas nativas en el Chaco salteño 

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