Por Fátima Cheade
Malena Famá nació hace 39 años en San Miguel, una localidad del conurbano bonaerense, en el seno de una familia que crecía a fuerza de trabajo. A los 17 años, la realidad le mostró los estragos que hace en una persona perder el empleo.
A los 57 años, su padre, cajero histórico de la empresa Segba en José C. Paz, se quedaba fuera del sistema laboral como consecuencia de la privatización. Ayudarlo a armar un currículum fue su primer impulso; le siguieron varios otros para los colegas que quedaban en la misma situación. A partir de ese hecho comenzó a delinearse su destino: ayudar a devolver a las personas la dignidad que da el trabajo.
Primero lo hizo con vendedores ambulantes desalojados de las calles de Buenos Aires, actualmente lo hace con las personas en situación de calle. A ellas están destinados sus esfuerzos para devolverles la dignidad de un trabajo y la posibilidad de una casa.
“Mi papá trabajó desde los 18 años en Segba, primero tirando cables, luego como cadete y más tarde como cajero. En los 90 privatizan y se encuentran con un señor de 57 años sin estudios, sin idioma, sin manejo de computación, pero al que todo José C. Paz conocía y quería. Lo echaron, le ofrecieron un retiro voluntario que quedó en el corralito”, cuenta a Intersección Malena, fundadora de Multipolar, una organización que tiene como objetivo que personas en situación de extrema vulnerabilidad social salgan adelante a través del trabajo decente. Su lema es “uniendo polos por la equidad social”.
Crisis de dignidad
Hasta que su padre perdió su trabajo, Malena tenía una vida de “chica de colegio” de San Miguel, pero con este acontecimiento su presente dio un vuelco y se convirtió “en la chica de los currículums”. Mientras armaba en papel la trayectoria laboral de su padre primero, y luego, a medida que se iba corriendo la voz, la de los amigos que corrieron igual suerte, “el país se incendiaba” y su papá “dejaba de ser la persona a la que conocía”.
Malena no puede olvidar la “crisis de dignidad” que sufrió su padre, que se negaba a comer porque “no había sido él quien llevara la comida a la casa”, sino su mujer y su hija, que habían empezado a trabajar.
“Me quebraba la cabeza ver cómo una persona sin trabajo modificaba su forma de ser y de ver la vida. Comencé a darme cuenta cuál es el rol del trabajo en la vida de las personas”, reflexiona Malena mientras repasa esos años que transcurrieron desde la década del noventa hasta principios del 2000.
Un proyecto colectivo
Malena dedica su vida a su fundación, en la que trabaja “full life”, piensa cada día cómo poder financiarla para cumplir con su compromiso vital de sacar a las personas de las calle y nunca se resigna, pese a que hasta noviembre del año pasado eran 81 trabajadores en la organización y hoy son 28. La razón: no pueden pagar los sueldos.
Menos aún se rinde ante la realidad de una ciudad -Buenos Aires-en las que viven 12.000 y 13.000 personas en la calle, con un nivel de consumo de drogas que pasó del 60 al 82 por ciento.
Multipolar trabaja con esas personas que viven en la calle y en paradores, personas que salieron del consumo de paco o que lo están intentando, personas migrantes, personas que salieron de la cárcel y pueblos indígenas. En un mismo día, la fundación puede ocuparse de acompañar a una persona que vive en la calle a tramitar un subsidio habitacional y de negociar salvaguardas sociales en un proyecto del Banco Mundial.
Malena llevó su experiencia de trabajo a más de 14 países y participa activamente de la discusión para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sobre todo el número 8, sobre crecimiento económico y trabajo decente.
Vive su vida como un proyecto colectivo, sabe que nadie se salva solo, mientras sueña y lucha por una comunidad basada en la reciprocidad.
Repite que en Multipolar “no sacamos a personas de la calle, lo hacen ellas mismas con tu apoyo”, está convencida que su primer gran trabajo fue “en la villa 21/24, con chicos que consumían paco”, como parte de un proyecto de la Fundación Coca Cola, que quería ayudarlos a que trabajaran para poder salir de la droga. “Nadie se animaba a tomar ese trabajo. Yo dije ahí quiero ir”, recuerda sobre esa experiencia, en 2007, que la marcó.
No romantiza su recorrido, es consciente que tuvo dificultades, que se equivocó y que aprendió. Sabe que cuando empezó a armar su proyecto lo hizo “sin doctorados, ni posgrados”, porque “todo lo que tenía era internet, cursos online, libros y profesores de la facultad pública a quienes consultar”.
“No quieren trabajar”
Así fue armando “un abordaje para trabajar” con gente que realmente necesitaba ayuda para salir de la pobreza y de la calle. Lo resumió en un texto y lo publicó en la red social Linkedin con un título irónico y provocador: “No quieren trabajar”. El resultado: se hizo viral y empezaron a llover llamados de gente que se comunicaba con la fundación para ser voluntario.
El primer gran desafío de Multipolar fue con los manteros de Once, a quienes tras su desalojo de las calles porteñas les dio capacitación para su reinserción en el mercado laboral.
Siguió con los manteros de Liniers, a quienes vio además quedarse sin vivienda por no poder pagar el alquiler. El subsidio que recibían por mes era equivalente a un día de su trabajo vendiendo en la calle. El resultado fue que quedaron en la calle, con su familia, sus colchones y su ropa.
Los ayudó como pudo, dejó de lado “el marketing y el coaching” que incluía la capacitación y les enseñó a “usar whatsapp y una computadora para vender sus productos, incluso por Facebook”, mientras aprendía ella misma a gestionarles “un subsidio habitacional y un subsidio de alimentos”.
“No es lo mismo ayudar a una persona que tiene casa, por más precaria que sea, que a una que vive en la calle”, consigna Malena a la hora de definir cómo empezó Multipolar.
Según cuenta, los primeros voluntarios salieron de Linkedin, y se fueron quedando. Con el tiempo, fueron “armando una metodología” para gestionar subsidios, fondos y todo tipo de necesidades. Pero llegó la pandemia, y se produjo un nuevo quiebre en el contexto social.
A través de Linkedin le llegaba a Multipolar un nuevo pedido de ayuda. El Gobierno de la Ciudad comenzaba a abrir paradores para acoger a la gente en situación de calle mientras durara la pandemia y necesitaba voluntarios. Multipolar fue tajante: “Voluntarios no, está todo el mundo sin trabajo”.
Derecho a la belleza
Valorar el trabajo de calidad y profesional que realizan es también parte de su ADN. Pasaron su presupuesto y desde el 20 de marzo de 2020 hasta el 23 de noviembre del 2023, Multipolar estuvo en todos los paradores del gobierno porteño trabajando con gente en situación de calle. “Fue muchísimo el conocimiento que adquirimos sobre la problemática de la calle, las adicciones, la discapacidad, las mujeres, y las y los trans”, admite.
Mariela supo enseguida que con la protección social no bastaba, que era necesario acompañar a esas personas para que consiguieran o crearan un trabajo que le diera la posibilidad de una solución habitacional que los sacara de la calle. Pero para ello se requería un diagnóstico profesional y acompañamiento, dos patas de la metodología de Multipolar que probó que “funciona”.
Multipolar no va a la calle a entregar ropa y comida, articula con las organizaciones que sí lo hacen. Trabaja con servicios sociales zonales de la ciudad, con las trabajadoras sociales de los hospitales y con las iglesias. “Si alguna persona en situación de calle a la que les acercan un servicio, les dice que quiere trabajar, entonces la derivan a Multipolar”, que trabaja con una treintena de organizaciones u organismos gubernamentales, según explica Malena.
“Si la persona no tiene cómo viajar, se le pide a la organización que le facilite una tarjeta Sube y nosotros se la cargamos para que puedan llegar”, dice al tiempo que resalta que la fundación “no es un pabellón más”, como todas las instituciones asistenciales por las que pasan. “Es muy bonita y muy colorida porque creemos en el derecho a la belleza”.
Ese día que la persona llega por primera vez a la organización, cuya sede está en Villa Urquiza, se les ofrece algo para comer, un lugar si se quieren bañar y ropa si prefieren cambiarse, porque muchas veces “sienten vergüenza por la falta de higiene”, dice y continúa: “Una vez que se sienten en condiciones, los recibe una dupla de profesionales con especialidades acordes con la problemática que tiene la persona, y se realiza la entrevista”.
“Si se trata de una persona que está en situación de consumo, hay una consejera en adicciones, una trabajadora social. Si tiene un padecimiento en salud mental, hay una terapista ocupacional con experiencia en salud mental o en discapacidad. Nuestra entrevista inicial es muy profunda como para conocer el motivo por el que esa persona está en la calle. Le sigue un diagnóstico y un camino para transitar”, resalta y deja claro que “no es una bolsa de empleo, no es que te vas de Multipolar con trabajo pero, si te animás a hacer el trabajo, vas a aumentar tus probabilidades”.
Recuperar la autoestima
Lo que les ofrece Multipolar son cinco semanas de acompañamiento -grupal o individual- en el que se repasa la propia vida, se toma contacto con la realidad del mundo laboral y se entiende que no están sin trabajo porque están en situación de calle, sino porque el sistema es injusto. Con esto, explica Malena, se trata de “desculpabilizar”, mientras se trabaja en las propias habilidades, las capacidades y la autoestima.
Quienes brindan las charlas se ponen en todo momento en el lugar de las personas a quienes se dirigen y no pierden contacto con sus realidades. Por eso también se “los ayuda a crear su propio perfil laboral, para analizar qué tipo de trabajo pueden hacer, cuánto necesitarían para alquilar.. y en base a todo esto se hace un plan para que ese trabajo sea funcional a las necesidades”, puntualiza la fundadora de Multipolar, que tiene convenios con empresas para postular a sus candidatos ante las oportunidades laborales.
Aclara que “jamás le pedimos a una empresa que contrate por lástima o por triste historia”, sí le pedimos que “rompa sus prejuicios”. Para eso, Malena dice que se pasa la mitad de su tiempo “sensibilizando a empresas a través de charlas”.
También se dedica a buscar fondos, ya que tienen presupuesto para funcionar hasta junio del 2025.
“Lo que necesitamos es patrocinadores para las actividades, empresas y organismos que crean en lo que hacemos”, dice Malena,
Ya cuentan con dos empresas les van a prestar lugares en comodato para que puedan dejar de alquilar.
Entre las actividades que hacen en la fundación se cuenta “juego de la no es vida”, en el que se van sacando fichas y se van narrando en primera persona las historias de personas que viven en la calle: cómo fue que quedó en situación de calle, cómo era su vida, qué le pasó. “Se rompen un montón de prejuicios y los participantes de quedan pensando en esa persona con la que muchas veces se cruzan y que cree que está ahí porque quiere”.
Cómo ser parte
También tienen un catálogo con opciones de regalos para fin de año, como guirnaldas de luces, kits parrilleros y kits zen de almohadilla de lavanda. Todo lo hacen en los talleres de oficios con las personas en situación de calle con las que trabajan.
Ofrecen además un servicio de “helpers” para eventos; ellos pueden desde entregar el micrófono a los oradores hasta acomodar a los participantes. Incluso venden yerba orgánica a empresas para sus empleados.
De estas actividades, la fundación se queda con un porcentaje pequeño que les permite financiarse y seguir ayudando. “Siempre encontramos una forma de aportarnos valor mutuamente”, dice Malena.
Para conectarse con Fundación Multipolar acceder aquí