Por Paola Varela
“Todos, sin excepción, tenemos un talento. Identificarlo, expresarlo y monetizarlo abre la posibilidad de tener una vida plena”, afirmó Sebastián Crespo, Director ejecutivo de la Fundación Ikibuntu. Desde esta premisa, la organización que encabeza propone la exploración interior de cada persona, el encuentro con su propósito y, a partir de allí, la capacitación para que esa habilidad se convierta en una herramienta de trabajo.
El concepto de Inclusión laboral singular, acuñado por esta asociación, se basa en la convicción de que una vida digna es una condición necesaria, pero no es suficiente y que la plenitud depende de llevar adelante una actividad que esté alineada a la realización individual. “Se trata de hacer lo que uno quiere, sabe y disfruta hacer, de esta manera lo que entrega a la sociedad es mucho más valioso”, explicó el referente.
Crear protagonistas
El Programa de desarrollo personal y laboral que ofrece Ikibuntu está destinado a personas de los sectores más castigados en términos de recursos y oportunidades, a quienes busca poner en el rol de “protagonistas” de su propio crecimiento. “Los invitamos a ser más que un espectador de las circunstancias para que sean hacedores de la vida que quieren tener. Meterle cuerpo, garra y energía para lograrlo”, agregó el director ejecutivo.
Este acompañamiento, que puede durar entre 6 y 24 meses, comienza en talleres que se desarrollan en colaboración con otras ONG y algunos organismos estatales con experiencia en territorios vulnerables. A partir de ese momento, se invita a cada participante a sumarse a esta experiencia de forma gratuita y sin límite de edad a partir de los 18 años; las únicas condiciones indispensables son querer, poder y tener un dispositivo con conexión a internet.
La voluntad del aspirante se mide a través de conductas observables como, por ejemplo, acercarse al primer encuentro y cumplir con las tareas que propone el tutor. La posibilidad es un poco más difícil de detectar y tiene que ver con el estado interno de la persona. “No tiene que estar en situación de emergencia. Nuestra metodología consiste en mirarnos adentro para conectar con su talento, con su disfrute y eso requiere cierto estado emocional de paz”, aclaró Crespo.
“Cuando le preguntamos a los participantes para qué creen que son buenos, el 70% responde ‘para nada’. Pero después de transitar el proceso a conciencia, estas personas son capaces de identificar 6 o 7 cosas en las que se pueden destacar, ese es un impacto de valor incalculable”, agregó
La pirámide de valor
La construcción de la oferta de esta fundación y del trabajo de su equipo profesional se erige sobre cuatro principios fundamentales: la transparencia, la excelencia, la articulación y el más importante para la agrupación es el que han dado a llamar “Foco en el foco”. En el centro de las acciones está siempre la persona que es acompañada. “Nos hemos propuesto que cualquier dilema de prioridades o cualquier conflicto de intereses se resuelva teniendo en cuenta a nuestros protagonistas”, explicó el director.
Comprender que la alianza con otras organizaciones y el aprovechamiento de las diferentes experiencias es primordial para el cumplimiento del objetivo. Es por ello que este equipo de profesionales no duda en articular su trabajo. “Para llegar a los participantes trabajamos con el Ministerio Público tutelar del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires o el Centro de emprendedores del Barrio Padre Mugica, entre muchos otros”, comentó Crespo.
El momento de la formación, después de haber dado con el propósito del protagonista, también se desarrolla a través del tejido de redes con agrupaciones que ofrecen capacitaciones acordes al talento encontrado. Con ese fin, Ikibuntu aúna esfuerzos con la cooperativa La Juanita, el Potrero Digital y la asociación Potenciar Solidario, para nombrar algunos de los casi 60 aliados.
Desde el prisma de la excelencia, los voluntarios de esta fundación velan por mostrar su mejor versión a la hora de acompañar a las personas que se suman a la propuesta. “Los que estamos trabajando en la organización tenemos talentos y experiencia en el campo profesional y damos todo lo que tenemos a partir del compromiso que hemos asumido”, remarcó el Director y agregó que no por pertenecer a una ONG se tiene que bajar la calidad de las acciones.
Las empresas también forman parte de esta cadena que busca la realización personal de sus participantes. Comparten las búsquedas activas con la organización para dar con la persona idónea para cubrir el puesto que se ofrece. “Contratar a nuestros protagonistas les asegura a las compañías la prestación de un servicio de calidad y la tranquilidad de que el trabajo se va a hacer con pasión”, sostuvo Castro.
Ikibuntu es para todos
Parte de la financiación de la fundación proviene de lo que aportan los donantes, pero otra de las formas de conseguir fondos es el dictado de talleres de autoconocimiento para aquellos que están en una posición económica de pagar y que busca el autoconocimiento o la redefinición de su propósito.
“Nuestro programa es 100% gratuito, pero hay mucha gente que, teniendo los recursos económicos, está en la situación de revisión de sus habilidades, con la necesidad de entender para qué está este mundo y de explorar sus talentos. Les ofrecemos esta oportunidad y a partir de su crecimiento se apoya a quienes no tienen las mismas posibilidades”, declaró Sebastián Castro.
Motivación + solidaridad
El nombre Ikibuntu es el resultado de la unión de dos palabras que surgen de culturas diferentes: Ikigai y Ubuntu. La primera expresión proviene de la filosofía japonesa y expresa la motivación que tiene una persona para levantarse cada día, luego de alcanzar la conjunción entre lo que le sabe hacer con lo que le gusta y le genera ingresos suficientes.
La segunda, es originaria de Sudáfrica y está vinculada a la solidaridad. Es la reducción de la frase “yo soy, porque nosotros somos”. De esta manera, el nombre de la fundación surge de la tiene como significado el encontrar el propósito de vida con una perspectiva social.
Cómo contactarlos
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