lunes, febrero 17, 2025

Voluntarios ofrecen asistencia médica a personas en situación de calle

¿Me regalás una hora? Es la ONG creada por el médico Mariano Masciocchi . Cuenta con más de 150 voluntarios en distintos puntos del país y ya atendieron a más de 10 mil pacientes en una década.

Por Andrea Vulcano

Interpela desde el vamos, con su nombre, pero también -y sobre todo- por su acción. Interpela y contagia. Multiplica e irradia, con el mismo espíritu hacedor con el que su mentor e impulsor, Mariano Masciocchi, puso la maquinaria en marcha y la hizo crecer.

¿Me regalás una hora? Así se llama la organización de la sociedad civil que, desde hace diez años, brinda atención médica gratuita a personas en situación de calle y de vulnerabilidad social.

 “No es tan fácil en estos tiempos pasar de la empatía a la acción”, plantea Masciocchi, médico clínico y cardiólogo, y presidente de la OSC.

Hoy, son más de 150 voluntarios distribuidos en distintos puntos del país los que donan parte de su tiempo -y de su experiencia profesional en el área de la salud- para ayudar a quienes más lo necesitan. La idea que los inspira es ir, con todo lo que estas dos simples letras juntas significan, allí donde hay una necesidad multiplicada por muchas.

Quien resume muy bien esa idea es Adriana, una de las voluntarias, enfermera: “Hay personas que están tan quebradas que no tienen ni ganas de ir a buscar ayuda médica; solo salen a buscar comida para subsistir”, plantea.

Por eso, la tarea que hacen desde ¿Me regalás una hora? (MRUH) es salir a la calle, sumarse en algunos casos a movidas ya en marcha de otras organizaciones que, por ejemplo, brindan comida a personas en situación de calle, y llevar allí el servicio de atención primaria de la salud.

De esa manera trabajan, por ejemplo, codo a codo con la iniciativa que desde hace muchos años lleva adelante la Red Solidaria en Plaza de Mayo. Dos viernes por mes, a las viandas que se distribuyen cerca de la Pirámide de Mayo se suman médicos y enfermeros que atienden en forma gratuita y voluntaria a quienes quieran realizar una consulta.

Los primeros pasos

 El primer granito de arena de la tarea de ¿Me regalás una hora? se remonta al 2014. Más allá del consultorio y de sus horas de hospital, Mariano Masciocchi sentía que quería hacer “algo más” pero no lograba encontrarle a ese deseo ni el qué ni el dónde. Tampoco el cómo. Pero una cosa fue llevando a la otra, no sin momentos de tropiezos y desazón.

La idea empezó a tomar forma en una parroquia y salió a rodar por las calles cuando se entendió que el movimiento necesario era salir a buscar a las personas desatendidas en vez de esperar que esas personas se acercaran por sí mismas a hacerse atender.

Vista esa historia desde hoy, con el diario del lunes, como suele decirse, lo que marcó un punto de inflexión fue el sentimiento de impotencia que invadió a Masciocchi cuando, después de dos años de ir todos los sábados a la parroquia de su barrio -la Basílica María Auxiliadora y San Carlos, ubicada en la calle Hipólito Yrigoyen 3999, en Almagro-a atender gratuitamente, veía que el caudal de pacientes no crecía. La mayoría de quienes sí acudían eran justamente las personas que iban a la parroquia por otro motivo, tan vital como comer.

“Escribí una carta abierta a la comunidad contando lo que hacíamos  y la difundí a través de Facebook. La gente no sabía que yo estaba ahí. ¿Cómo iban a ir las personas si nadie sabía? Es fundamental que la gente se entere, es fundamental tener visibilidad”, cuenta Mariano a Intersección. Él escribió y las redes sociales hicieron el resto, porque el texto llegó a más de 80 mil personas y la demanda del servicio comenzó a aumentar.

Sumar y multiplicar

 Hoy por hoy, son nueve puntos de atención los que ¿Me regalás una hora? tiene distribuidos en la ciudad de Buenos Aires, con una agenda fija de días y horarios. A eso se suman iniciativas en diferentes lugares del interior del país y movidas puntuales de otras organizaciones de la sociedad civil a las que se acoplan.

Uno de los grupos de MRUH tiene base en la ciudad de Corrientes. Allí, Diana Lancelle, médica pediatra, coordina las acciones desde 2019. “Brindamos atención primaria de la salud, con lo cual convocamos a médicos y enfermeros, pero también a cualquier persona que se quiere sumar a ayudar, porque no se trata solo de la atención médica sino que hay que armar toda la logística, llevar adelante las historias clínicas, muchas veces salir a buscar medicamentos y otras tareas más”, contaba en una entrevista en un medio local.

Una anécdota contada por Adriana, la enfermera referente de ¿Me regalás una hora? en Plaza de Mayo, permite entender el porqué de esta peculiar dinámica de funcionamiento, con esta suerte de “sedes” constituidas en distintos lugares, uno o dos días por mes.

“Una vez fuimos a hacer una campaña de vacunación a Villa Soldati. Estábamos en un espacio que nos había cedido una iglesia y teníamos más de 400 vacunas. Muy cerca había un barrio popular y empezamos a informar que estábamos vacunando y se agolpó la gente para ser vacunada. Ahí entendimos que somos nosotros quienes tenemos que ir hacia la gente. A las personas muchas veces les cuesta acercarse al sistema de salud”, relata.

Tender puentes

Más allá de la atención primaria que brindan en cada oportunidad, la tarea de las personas voluntarias de MRUH muchas veces pasa por articular ayudas, ya sea para una atención más a fondo en un centro de salud o para facilitar el acceso a medicamentos. Porque de trazar intersecciones entre distintos actores también se trata. “Queremos ser un nexo entre la gente más vulnerable y el sistema”, grafica Masciocchi.

“También nos apoyamos mucho en la solidaridad de otros colegas que nos van facilitando medicación y así ayudamos por ejemplo a algunos pacientes diabéticos para que puedan acceder a la metformina, que sale una fortuna como para poder afrontar un tratamiento diario”, relata.

En la ciudad de Buenos Aires, MRUH trabaja con los Centro de Inclusión Social (CIS) que funcionan en el distrito. Además, visitan en equipo otros espacios del Área Metropolitana de Buenos Aires y allí brindan asistencia médica. Así lo hicieron este año, entre muchas otras experiencias, con una visita al merendero El Amanecer del Quijote, de la localidad bonaerense de Francisco Álvarez.

La visita fue en el invierno. “Ahí fuimos cuatro médicos. Había muchos chicos con problemas respiratorios. A uno, incluso, lo tuvimos que derivar a una guardia porque tenía principio de neumonía. En el caso de los adultos vimos cosas diversas pero más que nada un mal control de la salud y situaciones de hipertensión arterial”, cuenta Maschiocchi, el médico que, más allá de su trabajo solidario, en el ejercicio de su profesión su imagen se hizo viral en redes porque le canta a sus pacientes en la sala de internación.

“Lo hago por vocación por supuesto; tengo cuatro laburos y es una cuestión de organizarse, mi vida es un caos, lo sé, pero vale la pena”, afirma Mariano Masciocchi. “Historias tenemos miles de historias: hemos atendido más de 10.000 pacientes en los últimos 10 años”, subraya el impulsor de MRUH.

Deidades paganas

Bajo un cielo de cartón corrugado, de esta realidad mal cocida, todavía hay estómagos que rugen al vacío.

En las plazas, varias manos ofrecen alimento y los consultorios rodantes abrazan. 

Así debe ser el rostro de Dios: una voz es oída en el momento justo y gracias a eso se celebra un nuevo cumpleaños. 

Porque hay seres a los que nadie reza y esas son las deidades que nos salvan.

La autora de estas estrofas es Lorena Varela, poeta y escritora, y una de las tantas voluntarias de MRUH. “Hace tiempo que venía buscando un lugar que coincidiera con mi tiempo disponible y con mi deseo de ayudar a la población más vulnerable, y en ¿Me regalás una hora? encontré ese espacio”, cuenta a Intersección.

“Lo que encuentro en el voluntariado es que uno siente que ese tiempo que uno está, es totalmente útil para otro que está desprotegido, sin redes, sin techo y con hambre”, agrega.

Lorena participa de la “sede” de Barrancas de Belgrano. Allí se ocupa de hacer los “ingresos” de las personas, abriéndole a cada uno una historia clínica y cumpliendo todos los pasos para que pueda ser atendido y asistido por los médicos de la organización.

“Las personas en situación de calle valoran que las mires a los ojos, valoran el abrazo. Es que durante mucho tiempo del día son invisibles para el resto de la sociedad y ese es un momento, aunque sea una hora, en el que son vistos, en el que son escuchados”, subraya Lorena Varela, quien destaca que “pasa mucho más que la atención médica” en cada una de las jornadas.

De hecho, plantea que “este tipo de actividades dignifica el concepto de acompañar”. “Muchas veces se le quita importancia al acto de estar presente, de acompañar, y creo que eso es vital cuando se trabaja en sanidad. Si bien no podés extenderle la vida a las personas y ni tampoco salvar el mundo, pero estar para otro, para quien lo necesita, en el momento justo, es lo más importante que tiene ¿Me regalás una hora?”, sintetiza.

 Dónde encontrarlos:  ¿Me regalás una hora?

 

 

 

 

 

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