Por Andrea Vulcano/ Producción María Sol Abichain
Pumakawa, del quechua, significa “el que cuida con el sigilo del puma”. Bajo el ala de Kai Pacha, sin embargo, es mucho más que de una palabra: se trata de una organización dedicada a la conservación ambiental de especies autóctonas en riesgo de extinción, con una reserva natural enclavada en el kilómetro 103 de la ruta provincial 5, en la localidad cordobesa de Villa Rumipal, del Valle de Calamuchita.
Pero la historia comienza mucho antes, hace ya casi 25 años. En ese entonces, Kai -que no llevaba ese nombre- pasaba sus días en la reserva, fundada por sus padres. Así lo cuenta:
“Un día a mi mano viene de repente una puma recién nacida, la Cacu. Su situación era delicada. En distintos momentos, seis veterinarios proponían aplicar la eutanasia, pero en los ojos de Cacu se veían sus ganas de vivir y yo la entendía. Entonces dije que no. Y la Cacu vivió 23 años. En todo ese tiempo, tuvimos el alma atada”.
En ese relato, Kai asegura que los pumas la salvaron y lo cierto es que, a partir de ahí, hubo un punto de inflexión en su vida, como lo hay también para cada puma que llega a la reserva de las sierras cordobesas.
“Cuando yo era chica, vivía muy dentro mío y sentía la piel más lejos del cuerpo. El mundo se me volvía muy peligroso. Mi diagnóstico es autismo”, afirma. Y agrega: “Los pumas me ayudaron a que mi piel volviera a mi cuerpo, y por estas ventanas hoy los miro, los veo, y puedo conectarme”.
El aplauso fue arrasador cuando, con esa frase, cerró su presentación en uno de los TEDxRíodelaPlata.
Con 56 años, cordobesa de Río Tercero, referente en conservacionismo y cuestiones ambientales, y emprendedora de Ashoka, Kai Pacha dirige hoy la reserva llamada Pumakawa.
En el medio de esta historia, Kai logró un cambio -otro más- que sentó jurisprudencia. Se trató de una transformación en su identidad, de un cambio en su nombre con el que procuró alinearlo con su misión.
En la cosmovisión andina, Kai Pacha representa el aquí y el ahora, y su animal protector es el puma.
A los amigos de Kai les surgió nombrarla de esa manera cuando, en medio de un incendio forestal desatado en la zona que destruyó el 90 por ciento de la superficie de la reserva, los pumas, lejos de huir, la rodearon y permanecieron junto a ella. Así que ese fue el nombre con el que eligió anotarse en el Registro Civil de Córdoba y se convirtió en el primer cambio de identidad de una persona para alinearla con la misión en su vida.
“Yo crié a Cacu y ese desafío me introdujo en el mundo de los pumas. Un naturalista y conservacionista muy importante en la Argentina, Gustavo Aprile, en los primeros tiempos me visitó, me dio un papel con once sugerencias y se fue. Luego de dos años las cumplí, entonces fui a verlo en una charla que daba él, le mostré el papel, le dije que ya había hecho eso y le pedí que me diera más”, relata Kai Pacha sobre el comienzo de su recorrido, en diálogo con Intersección. “A partir de ahí, supe asesorarme, ser creativa, mirar a quienes saben y reconocer también el saber que crecía en mí”, confía.
Ser parte de la manada
Kai Pacha recurre a una expresión que la define, que habla de ella y, también, de esa misión que la sostiene y atraviesa su vida: cambiar, mejorar la relación de la sociedad con la naturaleza. “Considero que nuestro trabajo principal y esencial es en conjunto con todos “los cualquieras», como yo llamo a la revolución que consiste en que todos nos sintamos parte de una manada que, en pequeños gestos y en la sumatoria de ser millones, busca evolucionar y cambiar la relación con la naturaleza”.
“La convivencia de la naturaleza con la sociedad es posible”, reafirma.
En la reserva Pumakawa desarrollan distintas estrategias de convivencia y preservación de la naturaleza a través de la educación, la concientización e incluso el trabajo en equipo con afectados por la depredación del puma, como lo son, por ejemplo, los productores ovinos, por los daños que causan a sus rebaños.
En el diálogo con los agricultores de la zona, la organización remarca que la matanza de pumas no resuelve el problema y que se puede recurrir a prácticas alternativas, entre las cuales propician el uso de burros para proteger al ganado ovino o de perros protectores que ahuyentan a los pumas. O de luces, simplemente, que se activan ante la presencia de pumas y, al verlas, ellos instintivamente se alejan.
Un ranking del terror
Una de las batallas que mantiene la organización de la sociedad civil liderada por Kai Pacha es la que libra contra la movida de los trofeos de caza. Por eso lanzó una campaña de recolección de firmas a través de la plataforma de Change.org para pedir que el Congreso de la Nación sancione una ley que prohíba esa práctica en la Argentina. Se trata de una lucha que cuenta con el respaldo de Humane Society International y de unas 50 OSC del país.
“La caza por trofeos es la práctica controversial de matar a un animal por competencia o placer, con el objetivo de adquirir una parte de su cuerpo (ya sean colmillos, cabeza, cuernos, pieles) para utilizarlos como objetos de ‘muestra’ o ‘decoración’. Nuestro país se encuentra en un ranking del terror: figura entre los principales importadores de ‘trofeos de fauna silvestre’ del mundo, siendo una de las especies más codiciadas el elefante y el puma”, plantea la petición, que ya lleva reunidas más de 135.000 adhesiones.
En el camino hubo algunos logros. Por un lado, la presentación de un proyecto de ley, que ya está en el Congreso. Por otro lado, la desarticulación de algunos criaderos de pumas para ser cazados. “Ocho de esos pumas viven en Pumakawa y los llamamos ‘embajadores’ porque representan un cambio de paradigma”, resume Kai Pacha, quien destaca que desde Pumakawa no solo levantan las banderas de la lucha contra los trofeos de sangre, sino que también se involucran en la solución, en este caso dando cobijo a los animales rescatados.
Por otro lado, también consiguieron, en 2021, que Aerolíneas Argentinas dispusiera la prohibición del traslado de Trofeos de caza en sus vuelos, tanto nacionales como internacionales. «Son muchas las especies afectadas por la caza para trofeos y exportación, entre ellas el puma, una especie clave para el equilibrio del ecosistema», había asegurado la compañía en un comunicado al dar a conocer su decisión, que enmarcó además en los estándares de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.
De la queja a la acción
Enero. El calor no da tregua. Tampoco los hechos que generan indignación. En el paraje Cuchilla Federal, provincia de Entre Ríos, un cazador mató un puma y lo exhibió en sus redes sociales. La Justicia hizo poco, más bien nada: desestimó el caso.
“¿Mataron un puma? ¿La Justicia no accionó? No hay que quedar en un duelo o en la bronca, hay que accionar, hay que compensar: nosotros vamos a accionar a lo que está a nuestro alcance”, plantea Kai en las redes sociales de Pumakawa. Allí le pide al gobernador de esa provincia, Rogelio Frigerio, que aproveche la situación para empujar un “cambio de paradigma y para que la gente de Entre Ríos aprenda que se puede convivir con la fauna silvestre, que hay formas, que hay un nuevo modo”.
Esta vez, Kai elige proponer una caminata nocturna por la reserva natural, para que cualquier persona que quiera pueda adentrarse en ese micromundo donde el vínculo de la sociedad con la naturaleza es posible, constructivo y, sobre todo, ejemplificador.
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