jueves, marzo 28, 2024

Historias de una red que no se toma vacaciones

Decenas de personas salen cada semana a distribuir asistencia a personas en situación de calle. Se organizan para recibir apoyo de empresas y de voluntarios, preparan la comida y la entregan en distintos puntos de la ciudad. En esta crónica, los testimonios de quienes ponen el compromiso en acción.

Por Andrea Vulcano y Mariana Otero

Es viernes. Un viernes más. El día comienza a caer y las luces se multiplican. El bullicio de la ciudad de a poco se va apagando y aparece otra postal, acá, en la Plaza de Mayo, del mismo modo que cada semana desde hace más de 15 años.

Ineludible y elocuente asoma en este punto la frialdad de las cifras como telón de fondo de ésta y otras similares escenas, que no tienen respiro ni aún en verano. Aunque no hay registros ciertos de las personas que viven en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, esa realidad que se ve a diario es apenas la punta del iceberg de una situación cruda y profunda: según los datos del Indec, la pobreza alcanzaba al 40,6% de la población en el primer semestre del año pasado, mientras que la indigencia abarcaba al 10,7%.

Protagonistas de la trama

Un grupo de chicos y chicas, chiquitos, empiezan a garabatear sobre láminas que Jose desplegó en el piso. Charlan, buscan miradas y comparten, con una fila de banderines que va de árbol a árbol y enmarca este pequeño -e inmenso a la vez- micromundo que se construye ese rato, los viernes, como parte de una invisible trama de solidaridades.

Al rato llega Agustina, después de una agotadora semana, con su uniforme y un puñado de materias por rendir para alcanzar el título de médica. Saluda. Abraza. A muchas de las personas que se acercan las conoce por su nombre, y les pregunta cómo va esto o aquello, si hizo lo que habían conversado, o no, o cómo sigue. Ellos, ellas, a la vez, le hacen preguntas para despejar dudas o le piden algún consejo.

Darío saluda y charla. También pregunta. Hace chistes y aventura, Mundial mediante, futuros resultados, sin saber aún que Lionel Messi traerá la copa bajo el brazo. Le piden que baile, porque a veces eso se arma, del mismo modo en que hoy se hilvanó un picadito, arco a arco, en las mismas baldosas por las que un rato antes corrían oficinistas apurados por volver a sus casas. Pero hoy no hay baile. Eso parece que pasó el martes.

“Todo empezó con el operativo “Frío Cero”, que arrancamos allá por el 2005. Hicimos ruido y la cosa empezó a armarse”, recuerda Juan Carr, referente e impulsor de la Red Solidaria.

A la movida de abrigo se le sumó la de ofrecer comida caliente a las personas en situación de calle. Y así se fue arraigando una iniciativa que, desde entonces, con altas, bajas o la temperatura que sea, cada viernes se viene repitiendo en la Plaza de Mayo.

El ritual de los viernes

Ahí, en el lateral que da a la avenida Rivadavia, una decena de personas empieza a instalar los tablones sobre los que hoy, puntualmente, acomodarán los “combos” donados por una empresa -YPF- para ofrecer de comer a quienes se acerquen.

“Muchas de las personas que se acercan se repiten cada viernes”, cuenta Ana Serantes, una de las voluntarias que mantiene, sostiene y anima este -por qué no decirlo a esta altura- ritual vespertino de los viernes. “Cuando hace frío preparamos unos guisos bárbaros y, si no, vamos dando la comida que empresas o personas nos van donando para los viernes que vamos programando”, detalla.

Ana conoce las historias y las problemáticas de muchas de las personas que se acercan. Algunos vienen desde lejos. Otros esperan cerca la cita, como cada semana. Y hay muchos otros que simplemente se enteran y van pasando. La fila se engrosa; ya comienza el reparto. Los paquetes con las hamburguesas, la bebida, las papas y los alfajores van pasando de mano en mano.

Se acerca una mujer, la saluda y Ana le pregunta por su nieta, que anda por ahí, con sus 6 años, dibujando. Así -como todo ahí, que simplemente sucede con la solidaridad como trama- su presencia se entrelaza con la mención de una mujer que solía concurrir los viernes a la Plaza de Mayo y que, en un ejemplo de fortaleza y superación, armó un merendero en su casa, en su barrio.

Ana lo cuenta y se emociona:  “Es como una Margarita Barrientos, pero anónima. Y así, como ella, hay montones”, señala en referencia a la creadora del comedor Los Piletones, allá por los años ‘90. en el barrio porteño de Villa Soldati.

 

La red donde todos suman

Una de las particularidades del grupo de voluntarios de la Red Solidaria que cada viernes lleva adelante esta iniciativa -que ofrece comida a quienes se encuentran en situación de calle y de vulnerabilidad social- es que está conformado por personas con distintos oficios y profesiones que, a la vez, acercan respuestas o posibles soluciones a las necesidades de las personas que se acercan cada viernes.

Al mantenerse desde hace tantos años la movida, lo que al principio era una “actitud defensiva” de parte de quienes se acercaban, se fue transformando, con el paso del tiempo, en “confianza” y “acompañamiento” de los integrantes de la Red Solidaria, entre ellos Juan Carr, hoy también presente en la Plaza de Mayo.

Pero este viernes es especial, porque ayer fue su cumpleaños y, en torno a una torta, todos cantan, celebran y muestran lo que acá hay, que es lo que en muchos espacios tanto hace falta: COMUNIDAD.

Más información de Red Solidaria

Caminos Solidarios

No hay duda de que, cuando el corazón se agranda, la comunidad se amplía. Con esa convicción,  Mariela Fumarola  miembro de la Red Solidaria, inició Caminos Solidarios en 2010, otro grupo de voluntarios que se encuentra para compartir la cena y la vida con personas en situación de calle en distintos barrios porteños.

Así, organizan distintas movidas, en una suerte de iniciativa rodante: los lunes, se reúnen en Plaza de Mayo; los martes, en Almagro; los jueves, en Chacarita; y los viernes, en Parque Patricios. Esta semana,  el encuentro en Chacarita será una “Cena Mágica” para despedir el 2022. Y la magia se produce porque existe una red  de personas que donan tiempo, comida, juguetes, y amor, desde grandes empresas como Coca Cola o Carrefour con sus productos, hasta vecinos que se acercan a colaborar con la logística, la difusión, o a simplemente a jugar y conversar.

“Esto ya es parte de mi vida”, cuenta Mariela, quien se encariñó con las personas a las que vienen acompañando hace tantos años, y rescata que, aunque querría que no tuvieran esta necesidad de recibir ayuda, “en la Argentina hay un maravilloso espíritu comunitario”.

 Más información del trabajo de Caminos Solidarios https://www.instagram.com/caminosolidarios.villaurquiza/

 

Desde tu lugar 

“Hace varios años que organizamos esta celebración de Navidad para hombres en situación de calle. Este año hubo hombres y familias también. Armamos una Navidad solidaria, con gente que se anota como voluntaria para servir, para estar en las parrillas, para decorar. Además, vino un DJ, un chico a cantar, un mago”, cuenta a Intersección Mariana Kexel, fundadora y coordinadora de Desde Tu Lugar,  una organización que trabaja guiada por el lema de que “muchas pequeñas acciones cambian realidades”.

Así fue que, para el 24 de diciembre, luego de poner en marcha el engranaje para aglutinar decenas de microgestos solidarios, ofrecieron en la localidad bonaerense de Martínez, en la zona norte del conurbano, un almuerzo de Navidad. “Todo fue posible por la colaboración de muchas personas que acercaron lo que podían, que siempre es un montón”, señala. .

“Desde Tu Lugar es una asociación civil sin fines de lucro, que nació hace cuatro años rompiendo con el paradigma de la acción solidaria tradicional. Todos queremos ser solidarios y podemos dar desde nuestro lugar, sin heroísmos ni esfuerzos sobrehumanos”,  plantean desde la ONG. Con este espíritu,  la organización ya lleva realizados unos 200 proyectos que llegaron a unas 30.000 personas.

Para conocer más a Desde tu Lugar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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