Fuente: Conicet
Los bosques nativos andino-patagónicos se vieron afectados por los incendios forestales, que son cada vez más frecuentes y severos. Para comprender su impacto en la zona afectada, más de veinte especialistas del CONICET fueron convocados por el gobierno de la provincia de Río Negro para trabajar de manera articulada e interdisciplinar en un diagnóstico del último incendio ocurrido en la zona.
Se trata del incendio forestal Confluencia, ocurrido este año en el Área Natural Protegida Río Azul – Lago Escondido en Mallín Ahogado y zonas aledañas ubicadas en El Bolsón (provincia de Río Negro), que afectó unas 3.800 hectáreas de las cuales 2.100 pertenecen a bosque nativo y el resto a plantaciones forestales, humedales (mallines) y chacras con alrededor de 150 establecimientos agrícolas. A su vez, 220 viviendas fueron damnificadas, más de 700 turistas fueron evacuados y se estiman miles de millones en reconstrucción y pérdidas productivas.
A partir de ese evento, la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de la provincia de Río Negro convocò al CONICET, con el objetivo de brindar asistencia técnica para el manejo y gestión de riesgos, restauración y rehabilitación del área afectada.
“El trabajo articulado entre el equipo del CONICET y los actores directa e indirectamente afectados es un gran desafío, que requiere comprender y contemplar los diferentes intereses y expectativas respecto del proceso de reconstrucción, rehabilitación y restauración de los daños ocasionados por los incendios”, señala Javier Grosfeld, del Área de Desarrollo de Proyectos Institucionales del CONICET Patagonia Norte y coordinador general del proyecto.
Del fuego al impacto
“La ´severidad´ mide el impacto del incendio sobre el ecosistema, es decir la magnitud de la pérdida de materia orgánica de la vegetación y suelos durante el incendio”, sostiene Thomas Kitzberger, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo) y coordinador del grupo de científicos que cuantificarán espacialmente este factor.
Según el investigador, este incendio “fue muy particular por dos aspectos: el primero es que afectó ambientes naturales, pero luego se propagó hacia una interfase rural-boscosas afectando vidas, bienes y producción. La otra particularidad de este incendio fue la gran velocidad de propagación y su peligrosidad”.
Y explica: “En este estudio cuantificaremos los impactos ambientales, que posiblemente sean muy heterogéneos en el terreno dependiendo de características locales como la vegetación, combustibles, topografía y comportamiento que tuvo el fuego en ese momento”.
Riesgos geoambientales
La peligrosidad ambiental es la probabilidad de que se produzcan fenómenos naturales o inducidos por el ser humano que pueden causar daños al ambiente, a las personas o a la infraestructura.
El especialista en riesgos geológicos, Gustavo Villarosa, investigador del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET-UNCo), señala que, en el contexto del programa, “es relevante identificar y monitorear factores como la erosión del suelo y la remoción en masa en áreas afectadas por incendios. Estos procesos son importantes para estudiar el riesgo ambiental”.
El trabajo específico de este grupo de investigación para el proyecto consiste en identificar los factores de peligrosidad geoambiental en las áreas afectadas por el fuego y proponer un sistema de monitoreo basado en participación ciudadana.
“Este programa, cuando sea implementado, servirá además como precursor para un sistema de alerta temprana que será de utilidad para gestionar adecuadamente los peligros analizados en el área de la reserva”, afirma el investigador.
Ciencia aplicada al servicio de la comunidad
La tarea de los científicos del CONICET contempla el diagnóstico y estudio de severidad, análisis de los riesgos y sensibilidad ambiental, los aspectos sociales en relación a la población afectada y la comunidad, la educación ambiental asociada a la restauración ecológica, el estudio de la vegetación y la fauna, y los lineamientos vinculados a lo turístico, entre otros.
Los especialistas involucrados pertenecen al INIBIOMA e IPATEC (CONICET-UNCo), al IIDyPCa e IRNAD (CONICET-UNRN), al CIEFAP y al IFAB (CONICET-INTA).
Sobre el valor social de este aporte científico, Grosfeld, el coordinador del proyecto, reflexiona que “la posibilidad de armar un equipo técnico científico interinstitucional e interdisciplinario con una mirada integral a los problemas que surgieron luego de este incendio serán puestos en valor por las decisiones que se tomen sean correctas en base al diagnóstico”.
En cuanto a los pasos a futuro, Grosfeld asevera que antes de pensar en una restauración final “hay que realizar este diagnóstico ambiental, social, productivo, institucional sobre medidas a tomar para luego, a partir de los estudios de la severidad, determinar qué áreas son prioritarias para empezar un programa de restauración”.
Para finalizar, el especialista remarca la importancia de repensarnos como sociedad: “Hay que construir comunidad y reconstruir la comunidad. La prevención para los incendios forestales empieza primero por un lote, una manzana, después el barrio y la ciudad o el área. El trabajo conjunto entre los ciudadanos con las instituciones es fundamental”, concluye Grosfeld.

                                    














