miércoles, octubre 29, 2025

A 30 años de Beijing: persisten los desafíos por la igualdad de derechos

Las organizaciones que trabajan por los derechos de las mujeres y diversidades sostienen la agenda de la equidad. Cuáles son los logros y los pendientes tres décadas después del acuerdo histórico

Por Noelia Leiva 

En 1995, se firmaba un acuerdo de paz en Bosnia, había elecciones en Argentina y se lanzaba una histórica versión de Windows. Y, en China, se firmaba uno de los documentos considerados de vanguardia para la agenda de género a nivel mundial que hasta hoy conserva su vigencia: la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, un plan visionario acordado por 189 gobiernos que buscaba lograr la igualdad de derechos para todas las mujeres y las niñas.

A 30 años, organizaciones que trabajan a diario para prevenir las violencias y aportar al acceso a oportunidades de esa parte central de la población, analizan desde del sur global qué sucede con esa perspectiva de igualdad en la cotidianeidad del territorio.

Garantizar los derechos

En la Argentina de 2025, los recortes presupuestarios, la pérdida de institucionalidad de las políticas de género y el avance de discursos negacionistas ocupan gran parte de las portadas de los medios. Así como las devastadoras noticias de femicidios, lesbicidios y transfemicidios: solo en lo que va del año, se registraron 220, y 217 intentos de asesinato por motivos de género, según el Observatorio Lucía Pérez.

Para la Declaración de Beijing, la prevención de la violencia hacia las mujeres es una de las 12 esferas en las que trabajar a escala nacional e internacional para garantizar sus derechos.

“Estamos viviendo un periodo de retroceso en cuanto a derechos humanos. No solo persiste, sino que se recrudeció la discriminación y la violencia por razones de género, incluyendo el acceso desigual a la educación, el empleo y la atención médica, avalado por el discurso reinante”, planteron desde Mariposas de Villa París, una organización comunitaria de Glew, en el sur del conurbano bonaerense.

“El desafío que nosotras consideramos es continuar con la lucha desde la trinchera en los sectores más empobrecidos”, resaltaron.

Esa idea de “trinchera” recorre también el trabajo cotidiano de Shalom Bait, una organización que funciona en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que es una de las pocas que brinda asistencia y acompañamiento directo a mujeres que atraviesan situaciones de violencia.

“En 2023 sufrimos el femicidio de una mujer que asistía a uno de nuestros grupos, María Speratti. Nos impactó mucho. La posibilidad de la muerte se acercó, estaba más al acecho”, describió Tamara Santoro Neiman, coordinadora del área de Prevención de la asociación.

“Vivimos un momento de mucha crisis, donde las mujeres estamos más desprotegidas, en un contexto de avanzada del neomachismo. Sin embargo, seguimos poniendo el cuerpo. Hay hartazgo y riesgos, pero intentamos seguir dando voz a las mujeres que no tienen otros lugares para decir”, enfatizó. Solo en 2024 atendieron y acompañaron a 447 mujeres.

Desde talleres de prevención de noviazgos violentos hasta encuentros con mujeres en vínculos violentos o madres protectoras de hijas o hijos que atravesaron situaciones de abuso, el trabajo se centra en sembrar herramientas para reconocer las violencias en sus múltiples facetas y plataformas -incluso las digitales- y construir redes de cuidado. “Se siente como que estás haciendo algo porque estás plantando una semilla”, dice Santoro Neiman cuando se refiere al trabajo con juventudes.

De la agenda a la realidad

Uno de los mayores desafíos de las acciones globales y las políticas de género a escala nacional, provincial o local tiene que ver con qué mujeres están siendo vistas a la hora de diseñar esas agendas.

“Si bien el análisis con perspectiva interseccional ganó terreno en el discurso académico y en algunos ámbitos de políticas públicas, no se condice con su aplicación. Las realidades de las mujeres pobres y migrantes no son representadas. Lo vivimos cotidianamente, por ejemplo, en la aplicación de la ley contra la violencia de género”, señalaron las integrantes de Mariposas de Villa París. Desde su espacio, trabajan con un abordaje integral y feminista que aborda educación, trabajo, salud y promoción de los derechos de las infancias, desde una mirada comunitaria.

Los avances

Cuando casi 190 países rubricaron el acuerdo de Beijing en 1995, identificaron doce áreas críticas, entre las se encontraba la erradicación de la pobreza y el vínculo de las mujeres con la economía, el acceso a la educación, a la salud, la participación política, y su rol y representación en los medios de comunicación.

Tres décadas después, algunos de esos frentes muestran avances en Argentina, aún cuando la escena pública pretende cuestionarlos. Por ejemplo, la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, la Ley Micaela, la de Interrupción Voluntaria del Embarazo y Atención Posaborto, la Ley de Cupo Trans y la búsqueda de transversalizar la perspectiva de género en políticas públicas.

“Uno de los mayores desafíos del momento tiene que ver con esta percepción -y, muchas veces, realidad- del retroceso en materia de género, diversidad y derechos humanos”, advirtió Natalia Stanchi, directora ejecutiva de la Fundación Mediapila, de la Ciudad de Buenos Aires.

“Temas que hace pocos años eran parte del consenso social hoy parecen estar nuevamente en discusión. Esa sensación de que lo conquistado puede perderse genera cansancio, desánimo y también menos apoyo político y económico a las agendas de igualdad”.

En ese contexto, el desafío no es solo resistir, sino volver a poner la equidad de género en el centro de las estrategias de desarrollo. “Trabajar en género no es trabajar ‘para las mujeres’, es trabajar para el bienestar de todas las personas y para un futuro más justo”, remarcó Stanchi.

Desde Mediapila, esa convicción se traduce en un modelo de formación integral que combina capacitación en oficios, fortalecimiento personal e inserción laboral. “Cada acción busca que las mujeres construyan autonomía económica y poder de decisión sobre sus vidas. Cuando una mujer logra insertarse en el mercado laboral o emprender, no solo transforma su propia realidad: también impacta en su familia, su comunidad y el entramado social en el que participa”, recalcó.

Compromiso colectivo

Las tres organizaciones coinciden en un punto: los avances no se sostienen sin compromiso colectivo. “Durante los primeros años se logró un pico muy positivo de visibilidad y compromiso, pero hoy parece que esa atención está decayendo”, alertó Stanchi sobre el norte que marcó Beijing y al que le siguieron acciones públicas a escala nacional, además de la lucha constante del movimiento de mujeres y diversidad.

“Para que dentro de otros 30 años sigamos hablando de este tema y veamos avances reales, necesitamos repensar la forma en que nos comunicamos”, entendió.

Allí el desafío está en las narrativas; es decir, cómo convocar a la sociedad a que se comprometa y participe ya que son temas de la cotidianeidad social y no solo bandera de los feminismos.

A treinta años de la Declaración de Beijing, las políticas de igualdad en Argentina atraviesan un momento de repliegue, pero las organizaciones de base y la sociedad civil sostienen el pulso del cambio.

En los barrios, en los talleres, en los grupos de acompañamiento, el legado de aquella conferencia -movilizada por más de 30.000 activistas del mundo- se traduce en acciones diarias y  transformadoras. Porque, mientras se sostiene la lucha por los derechos de todas las mujeres en la escena global, en cada red de apoyo, en cada encuentro comunitario y en los espacios donde las mujeres alzan la voz, se mantiene vivo el compromiso por la libertad y la equidad.

Fotos: Gentileza Mediapila

Enlaces de interés:

Shalom Bait/ https://www.instagram.com/shalom.bait

Fundación Mediapila https://www.instagram.com/fundacionmediapila/

Mariposas de Villa París

 

 

 

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