Por Andrea Vulcano
Una pareja que debe organizar su rutina cotidiana en relación a sus hijos, las compras, el orden, la limpieza y las obligaciones laborales. Hermanos que asisten a sus padres, adultos mayores, que viven solos y requieren acompañamiento. Amigos que conviven, con horarios y obligaciones diferentes, y cuestiones hogareñas en común….
En todos los casos, hay tareas que distribuir y es allí donde, silenciosamente, se va colando en el micromundo de lo cotidiano la inequidad de la carga, que sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres.
En esa brecha de género que persiste, la organización de la sociedad civil (OSC) Wingu pretende generar un impacto positivo a partir del uso de una herramienta que define su ADN, que es la tecnología puesta al servicio de la transformación social.
La iniciativa se basa en un hecho incontrastable de la realidad: en la mayoría de los casos, se da por sentado que las mujeres son las que tienen que cargar con la responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidado.
Por eso, mediante la aplicación Cuidos, Wingu busca poner sobre la mesa en los vínculos ese aspecto de la vida cotidiana, para poder visualizarlo, dimensionarlo y, ahí sí, establecer acuerdos explícitos que permitan redistribuir la carga, o al menos intentarlo y reintentarlo las veces que sea necesario.
La corresponsabilidad del cuidado
“Lo que permite la aplicación es generar acuerdos explícitos en función de las tareas que comparten, del tiempo que tienen para hacerlas, de las preferencias que tienen y de la complejidad de cada una de esas tareas y su periodicidad”, explica María Rivera Betancourt, referente de Wingu, en diálogo con Intersección.
“A partir de esa información, Cuidos propone un esquema, que las personas involucradas pueden probar y sostener el tiempo que sea necesario y que pueden ir registrando en ese mientras tanto. En caso de que se sientan cómodos, pueden mantenerlo, y, si no, carmbiarlo”, agrega.
Las sugerencias que hace el sistema siempre se basan en la convicción de la corresponsabilidad del trabajo doméstico y del cuidado no remunerado.
“La distribución injusta de estas tareas es la base de otras desigualdades: el tiempo que las mujeres dedican a ellas limita sus oportunidades de ingresar y permanecer en el mercado laboral, avanzar profesionalmente, estudiar, cuidar su salud y participar en otras actividades”, plantean desde Wingu.
A la vez, remarcan que “la tecnología puede jugar un papel crucial, transformando la manera en que las familias organizan y asignan estas tareas esenciales”.
Cuidos app es, entonces, una aplicación móvil diseñada por esta organización, que permite a los hogares o cualquier grupo que comparta trabajo de cuidado no remunerado generar acuerdos justos, planificar tareas, registrar actividades y visualizar y redistribuir responsabilidades de manera equitativa. “Ayuda a fomentar acuerdos en el hogar, reducir conflictos, redistribuir gastos y tareas, y compartir la carga mental”, subraya Rivera Betancourt.
Tiempo de alianzas
Todo está listo para que la aplicación empiece a rodar. Sin embargo, antes es tiempo de alianzas, de sembrar para cosechar.
“Estimamos que a mediados de año la app ya estará disponible tanto para Ios sistemas iOS como Android, en forma totalmente gratuita”, anticipa Rivera Betancourt.
Y amplía: “El público al que apuntamos son personas que compartan tareas domésticas y de cuidado con al menos una persona más, convivan o no”.
Por ahora, lo que están haciendo desde la organización, además de testear la herramienta, es estrechar lazos para, cuando llegue la hora de echarla a rodar la app, difundirla y que llegue a la mayor cantidad de personas posible.
El antecedente inmediato que tiene esta iniciativa es la experiencia de “la calculadora del cuidado”, que hace unos años hicieron en conjunto con el Ministerio de Economía de la Nación, y que permitía medir el valor monetario de las invisibilizadas tareas domésticas y de cuidado. La idea era, justamente, concientizar sobre el valor de esa tarea y sobre su condición de trabajo no pago.
“Fue un éxito total. Entonces, nos pusimos a pensar cómo podíamos dar un paso más desde la tecnología para no solo reconocer el valor de la tarea sino para promover que efectivamente sea redistribuida”, consigna Rivera Betancourt, directora del Festival de Innovación y Tecnología Social (FITS), que año a año organiza Wingu.
La brecha en cifras
En un trabajo titulado Entre las cifras y los cuidados: la realidad laboral de las mujeres en Argentina, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) plantea que la invisibilización del aporte de las tareas de cuidado dentro de los hogares tiene su correlato en la falta de reconocimiento de la importancia de la resolución comunitaria de los cuidados.
“Es usual escuchar que los varones “trabajan” más que las mujeres. Esta percepción parte de una realidad que se observa en el mercado laboral, dado que ellos presentan mayores tasas de actividad (82% vs 66%), mayores niveles de empleo (77% vs 61%) y menores tasas de desempleo (5.7% vs 6.6%)”, plantea la publicación, de marzo del año pasado.
Sin embargo, advierte que esas estadísticas no tienen en cuenta al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, que comprende tareas como hacer compras, limpiar la casa, cuidar a los niños, ayudarlos con la tarea, entre otras actividades.
La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) muestra que, mientras las mujeres dedican en promedio seis horas y media por día a estas tareas, los varones le destinan solo tres horas y media. Esta desigual distribución del trabajo al interior del hogar es una de las principales causas de las brechas de género en el mercado de trabajo.
Un desafío global
El tema de los cuidados se encuentra comprendido en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 (ODS 5), sobre igualdad de género, y empoderamiento de las mujeres y las niñas. De hecho, la meta 5.4 plantea “reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de infraestructuras y la formulación de políticas de protección social, así como mediante la promoción de la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país”.
Esta meta resulta clave no solo para el cumplimiento del ODS 5, sino para gran parte de la agenda de desarrollo, que involucra aspectos vinculados con el fin de la pobreza, hambre cero, educación de calidad, trabajo decente, crecimiento económico y reducción de desigualdades, entre otros.
Se trata de las metas y objetivos tendientes a mejorar la vida de las personas y el planeta, trazados hace una década por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
A mediados del año pasado, la Organización Internacional de Trabajo aprobó una resolución referida al trabajo decente y la economía del cuidado. Se trata de un pronunciamiento histórico por ser el primer acuerdo tripartito internacional sobre esta cuestión y por marcar una conexión indisoluble entre la economía del cuidado, la igualdad de género, el trabajo decente, el desarrollo sostenible y la justicia social.
la OIT subraya la urgencia de actuar para garantizar el trabajo decente en la economía del cuidado, y promover el acceso a cuidados y apoyo de calidad para todos.
Hoy, el 76 por ciento del trabajo de cuidados no remunerado a nivel mundial recae en las mujeres y se trata de un desequilibrio que perpetúa desigualdades. En América Latina y el Caribe, este tipo de trabajo representa un tercio del empleo femenino, plantea Ana Virginia Moreira, directora regional de la Oficina de la OIT.
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